Hablar de fracaso para Emilia Díaz es repasar constantemente una serie de acontecimientos que derivaron en un importante aprendizaje.

«Fracasar no es bacán, nadie quiere pasar por eso, pero es útil», afirmó Díaz, contando su experiencia en Kaitek Labs.

El pasado 02 de agosto, la bioingeniera compartió las lecciones de fracasar al emprender, durante la segunda presentación que forma parte del primer ciclo de talleres organizado por el Círculo de Innovación de ICARE.

¿Qué pasó con Kaitek Labs?

Kaitek nació en 2013 con el objetivo de desarrollar soluciones a la marea roja (microalgas de efectos tóxicos).

A través de bacterias modificadas, ellos podían censar la cantidad de toxinas de marea roja presentes en el agua, usando un censor sumergible.

Su innovadora tecnología los llevó a pasar por diferentes aceleradoras, llegando a levantar hasta medio millón de dólares.

«Visto desde afuera, esto tenía todos los checks para que saliera increíble«, resaltó Díaz.

Pero en 2018, atrasos en los plazos de entrega con los inversores e intentos fallidos para salir al mercado, Kaitek pusieron fin a su proyecto.

«Aunque estas cosas parece que explotan de la noche a la mañana, no es así; hay signos antes«, destacó Díaz.

«La autopsia del fracaso»

Tras el descalabro de Kaitek, Díaz inició lo que llama la autopsia del fracaso, «para tratar de encontrar el momento en el que esto que se veía tan bien, chocó».

Ella pudo identificar tres grandes errores:

1. «Solo contraté gente junior: alguien con 20 años en el negocio me hubiera dicho ‘esto se hace así'».

2. «Separamos el desarrollo técnico del desarrollo comercial«.

3. «No levantamos capital privado a tiempo: si hubiéramos integrado a un inversionista del área, la historia habría sido otra».

Tal y como dijo al inicio, el fracaso puede ser útil, pero «solo será productivo si se hace la autopsia».

Desconexión, desequilibrio y desaceleración: «los riesgos que no vi»

¿Podían Díaz y su equipo haber evitado el fracaso? Quizás; pero ella admite que hubo señales de riesgo que ignoraron.

La bioingeniera destacó tres cosas que pueden servir para cualquier proyecto de desarrollo tecnológico:

1 – Desconexión: es común que un académico inicie un proyecto sin experticia en temas de negocios.

Pero más allá de saber quién es tu competidor más cercano o quién está vendiendo más, Díaz resalta la importancia de la vigilancia tecnológica en proyectos emergentes.

«¿Estás viendo las startups y los papers que están entrando a las aceleradoras? ¿La gente nueva que hoy no está vendiendo, pero que si salen al mercado en un año te arruinan todo? […] Lo que está pasando alrededor de tu espacio tecnológico es muy fuerte«, señaló.

Al mismo tiempo, explicó que hay que «ir más allá del medio tecnológico» y también considerar la parte social.

2 – Desequilibrio: «Avanzamos muy rápido en la parte de mercado y no tanto en la parte tecnológica«.

Díaz afirmó que cuando estas dos áreas no van a la par, «la cantidad que uno pierde entremedio es enorme».

«La plata, el tiempo y las neuronas que estábamos poniendo al crecimiento del mercado, podríamos haberlas redirigido al laboratorio«, recalcó.

3 – Desaceleración: «Si algo que antes te tomaba una semana ahora te toma tres, hay que ponerle ojo».

Además, Díaz agregó que esto suele ocurrir cuando hay cambios de sistema o de protocolos, que en vez de optimizar los tiempos del proyecto, los ralentizan.

«Si uno, efectivamente, está mirando esas alertas tempranas, alcanza a reducir estos riesgos antes«, aseveró.

¿Cómo hacer seguimiento y evaluar un proyecto I+D+i?

Las lecciones en Kaitek le permitieron a Díaz desarrollar un sistema estandarizado para proyectos de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i).

«Muchas veces nos fijamos en una sola área y los proyectos de I+D+i son muy holísticos, nunca puedes dejar cosas de lado«, explicó.

Esta metodología, que se espera esté lista para el próximo año, plantea la constante evaluación en seis áreas:

– Desarrollo técnico

– Validación de mercado

– Ventaja competitiva

– Aspectos regulatorios

– Protección de propiedad intelectual

– Complejitud del equipo

Díaz concluyó su intervención señalando que el uso de este sistema permite hacer evaluaciones seguidas y recomendó que sean cada tres meses.

El ciclo de talleres del Círculo de Innovación de ICARE continuará durante agosto, septiembre y octubre, espacios en los que temas como emprendimiento, desafíos digitales y transformación organizacional serán abordados por diversos expertos.