Tras una vida marcada por el desarraigo, Marisol Ceballos siempre encuentra el ancla en su seguridad y su eterna sonrisa.

Sin nunca rendirse, por dura que sea la caída, se levanta, y su inquebrantable carácter la empuja a seguir adelante.

La vida es como te la tomes y Marisol no la deja escapar.

Un primer paso de metas y dasafíos: de  Cádiz a Pamplona

Con 18 años, Marisol dejó la tranquilidad de su Cádiz natal para iniciar un viaje lleno de aventuras y aprendizajes.

Sus padres la acompañaron hasta la puerta de la Facultad de Derecho de la Universidad de Navarra, una de las más prestigiosas de España y fue el primero de muchos pasos a través de distintos países, personas y vivencias.

Se marcó una meta desafiante: ser una abogada de éxito con trayectoria internacional, y Marisol tenía claro hacia dónde dirigirse.

Próxima parada: Bélgica

Una vez finalizados sus estudios de derecho, Marisol subió a un avión con destino a Lovaina (Bélgica).

Durante el vuelo se dio cuenta de un «pequeño» detalle: sin hablar ni una palabra de francés, se dirigía a cursar un Máster íntegramente en ese idioma.

Pero eso no la detuvo e inició el Master de Derecho Internacional y Comunitario, el mismo que, dos años después, culminó (en un perfecto francés).

Se incorporó a trabajar en el Comité de Liaison Europeo, con foco en la ayuda humanitaria.

Durante estos años de aprendizaje constante en Bruselas (y amigos para siempre), conoció al padre de su hijo Borja, chileno, que trabajaba en el Parlamento Europeo.

Un par de años más tarde, volaba rumbo a un nuevo destino: Chile.

Un país de adopción

Marisol llegó a Chile hace 20 años, sin nada más que su optimismo, su valentía y la ilusión de seguir avanzando hacia su meta.

«Con mi traje de chaqueta y mi CV llamé, literalmente, a todas las puertas» dice. Hasta que una se abrió y empezó de nuevo, en la Fundación Eurochile, donde un año y medio después, era Directora de Negocios Internacionales.

Una etapa para reinventarse

Separarse de su marido, con un hijo de 4 años y en un país que no era el suyo, fue un quiebre que la impulsó a reinventarse y, como el ave fénix, renacer de las cenizas.

Marisol decidió quedarse en Chile para que su hijo creciese junto a su padre, con quien mantiene una excelente relación.

Esa decisión marcó a una Marisol cada día más fuerte y decidida.

¿Lo más difícil?  «He tenido que luchar mucho para validarme siendo mujer, ejecutiva, extranjera y sola, especialmente en el sector legal, sin tener redes de apoyo que me ayudaran a compaginar mi carrera profesional con mi familia. Sin embargo, siento que hoy ya nadie me cuestiona».

La meta

«Tras 6 años en EuroChile, conocí a una persona que marcó mi vida, José Manuel Larraín. Me uní a su proyecto en Larraín Rencoret y Urzua (hoy Dentons) como abogada junior, empezando otra vez desde cero, porque, a veces, hay que dar un paso atrás para conseguir dar un salto hacia adelante. Dos años después me hicieron socia de la firma, donde me he desarrollado profesionalmente en la asesoría jurídica a inversionistas internacionales, siendo un ‘puente legal’ entre distintos mundos, como esa meta que me había marcado en mis primeros días en la universidad».

Tres referentes

Giovanni Ruffini: «Fue mi primer jefe, era gritón y muy desordenado, pero me enseñó a desenvolverme, el valor del networking, a hacer lobby y a divertirme al máximo con mi trabajo».

María Elena Sanz: «Nos conocimos siendo las dos únicas mujeres Directoras de la Cámara de Comercio Española en Chile. En ella encontré una isla de sol y luz en la que refugiarme y a la que, hoy en día, sigo acudiendo siempre que lo necesito. Me abrió las puertas al mundo de relaciones y amigas profesionales que es Promociona«.

Jose Manuel Larraín: «¡La persona con la que más tiempo he compartido mi vida! 15 años juntos, de proyectos apasionantes y aprendizaje continuo. Es parte de mi familia (de la familia que eliges), mi mentor y mi sponsor».