Un informe de Virtus Partners dice que la generación del cambio en una organización comienza, generalmente, al más alto nivel, y dada la característica de propiedad de las empresas en Chile, esto suele ser impulsado por los controladores o alguien muy cercano a ellos, ya sea miembros del Directorio de la compañía o integrantes de su círculo más íntimo de decisión.

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Tener la capacidad de mirarse en el espejo tanto a nivel grupal como individual, para fortalecer el desarrollo y aprendizaje del Directorio es, si bien algo todavía poco común en nuestro medio, un ejercicio que puede tener un impacto muy profundo en los líderes, en la cultura de la organización y en su capacidad de adaptación y éxito en el largo plazo.

Desde un punto de vista de proceso, existen al menos cinco niveles en que un Directorio puede diagnosticar su impacto y consensuar su necesidad de desarrollo a futuro:

  1. Cuando no se hace nada o cuando el Presidente hace un análisis informal del Directorio y habla de manera directa, o indirecta a veces, con algunos de los miembros de la mesa.
  2. Cuando se hace una autoevaluación formal del Directorio como colectivo, utilizando alguna herramienta que permita una mirada más sistemática e integral.
  3. Cuando se complementa lo anterior con una autoevaluación individual de cada Director, aunque en ambos casos siempre queda la interrogante de cuán abierto y autocrítico puede ser uno para conocerse y evaluarse a sí mismo.
  4. Cuando un tercero, eventualmente un externo, evalúa al Directorio como grupo.
  5. Aquella instancia en la cual se agrega a lo anterior una evaluación individual externa de cada Director.

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