Para Joaquín Trujillo, la mejor etapa de su vida fue aquella que vivió en el campo.
Él rememora su infancia en el Valle de Alicahue e inmediatamente destaca la educación de calidad que recibió aquellos años.
Asimismo, recalca que posteriormente fue cambiado a un colegio ubicado en Cabildo que lleva el nombre de Andrés Bello.
Quizás se trata de una jugada del azaroso destino, pero ese fue uno de los primeros encuentros que tuvo con la destacada figura histórica que inspiraría su obra Andrés Bello: libertad, imperio, estilo.
Sobre este y otros temas ahondó durante su participación en el ciclo En Persona, transmitido el domingo 21 de marzo.
En la conversación que sostuvo con Cristián Warnken, el investigador del Centro de Estudios Públicos abordó diversos aspectos de su trayectoria, así como de su vida personal y profesional.
La importancia de la formación de la virtud
«¿La crisis que hemos tenido en Chile es una crisis de la virtud?», preguntó Warnken a Trujillo.
Desde la perspectiva del académico, «no hay manera de que un sistema funcione si no hay una virtud de base en las personas que habitan ese lugar».
Al mismo tiempo, explicó que «uno puede mover ciertos elementos para generar una ‘virtud forzosa'», pero siempre el ingenio humano buscará la manera de saltársela.
«Es muy importante la formación de la virtud. Tal y como dice Aristóteles, es un entrenamiento en lo que es bueno», añadió.
La cultura de la cancelación
Trujillo también se refirió a un fenómeno que ha trascendido mundialmente en los últimos años: la cultura de la cancelación.
En ese sentido, el académico lo definió como aquello «que sigue a la vigilancia».
Además, aseveró que, a no ser que se trate de delitos, es terrible que haya actitudes vigilantes en el mundo académico y en las universidades.
«[La cancelación] en cuestiones que tienen que ver con el uso del lenguaje y del pensamiento es como la negación de todo lo físico», puntualizó.