La infancia es una etapa que nos marca y que empieza a definir, en cierta medida, quiénes somos.

Agustín Squella, protagonista de nuestro decimoséptimo programa del ciclo En Persona, define ese momento de su vida como «inmensamente feliz».

El académico, Doctor en Derecho, Premio Nacional de Humanidades y escritor conversó con Cristián Warnken sobre distintos momentos y facetas de su vida, entre los que destacó aquellos primeros años en Las Salinas.

No obstante, asegura que era «un niño malo», al punto de ser expulsado de la escuela en una ocasión.

Pero encontró en la literatura su salvación y cuenta que con 14 años leyó El poder y la gloria de Graham Greene, un libro que su padre «puso un día en el velador y a partir de entonces empezó un cambio profundo».

«Tal vez no es la lectura para alguien de 14 años, pero modificó para bien mi mirada sobre el mundo«.

A su padre también agradece la introducción al mundo del cine, fascinación que adquirió yendo a memorables teatros de Viña.

El cine es uno de esos lugares que él define como sagrados, tal y como tituló uno de sus libros.

La rareza de la política y la polarización en Chile

Por otro lado, señaló que en Valparaíso «todo el mundo dice estar enamorado de la ciudad», cuando en realidad están enamorados «de su particular visión de la ciudad».

Asimismo, Squella destacó que algo parecido pasa en Chile, al tiempo que «hemos perdido la conversación hace rato».

«Perdimos la virtud de los coloquios. Hay que hacer de las ciudades, los barrios y las familias lugares coloquiales«, recalcó.

En ese sentido, agregó que no se trata de «un lugar buena onda», sino donde «todos hablan con todos».

A su vez, Squella encuentra el mundo de la política como algo raro.

«En Chile siempre se ha hablado de política, siempre hemos estado más o menos polarizados. No entiendo esa suerte de dramatismo con la que se habla de la actual polarización», manifestó.

El profesor Squella agregó que no le teme a la polarización, «sino a que los que se polarizan se vayan a las manos».

«La política es una actividad humana antigua y siempre ha sido entre rivales que discuten, se enfrentan y tratan de ganar a través de elecciones, sin que uno se imponga por la fuerza al otro«.

Un liberal de izquierda

Aunque parezca paradójico, Squella se identifica como un «liberal de izquierda», postura «difícil de explicar en un país tan binario».

«Si el principal valor del liberalismo es la libertad, como es obvio, y el principal valor por el que ha luchado siempre la izquierda es la igualdad, en el fondo un liberal de izquierda es alguien que entiende que una sociedad decente no es solo una de libertades, sino una donde han desaparecido también las desigualdades más injustas en las condiciones materiales de vida de las personas».

Al mismo tiempo, aseveró que «la desmesura se ha instalado en Chile desde hace tiempo, al menos a nivel verbal».

Squella expresó que es incomparable lo que pasó en los 70 con lo que está ocurriendo en la actualidad.

«Decir desde la izquierda que vivimos en una dictadura es un disparate gigantesco», apuntó.

Para el académico, «tenemos es una democracia que está al debe con la ciudadanía desde el punto de vista institucional».

 «Eso justifica la aspiración a una nueva Constitución», planteó.

Asimismo, «decir desde la derecha que estamos al borde de enfrentarnos también es un disparate».

Squella puntualizó que, en ocasiones, estas desmesuras de lado y lado vienen desde lugares de mala fe.