En primer lugar, deseo expresar mi más profundo sentimiento de gratitud al señor Presidente de ICARE, don Fabio Valdés Correa, e integrantes de la corporación que preside por haber acordado por unanimidad otorgarme el Premio ICARE 2000, Categoría Empresario.

Personalmente, no soy persona que le guste el protagonismo, prefiero hacer las cosas callado. Sin embargo, debo decir que al ser informado de que era acreedor de tan importante galardón, sentí una gran satisfacción.

La vida tranquila, que estoy acostumbrado a llevar con mi familia, con mis amigos jugando algunas partidas de naipes, en mi trabajo diario se vio de pronto bastante movida: me saludaban y felicitaban muchas personas, autoridades, instituciones, usuarios de la empresa, dignatarios de la Iglesia, periodistas que me pedían entrevistas. Mis coterráneos están muy contentos con mi premio.

Me tomé mi tiempo para reflexionar en lo que esto representaba. Pensé en mi infancia, en mi familia, en mis anhelos por salir adelante, en mis tiempos de dirigente gremial a nivel local y nacional. Fui fundador de Sinabus y posteriormente de Fenabus, donde llegué a ser vicepresidente. Pensé en tantas generaciones de niños de las escuelas rurales de Chiloé, que han contado con los buses de la empresa, por más de cuarenta años, para trasladarse desde sus hogares a sus escuelas y convertirse en personas útiles a la sociedad, y en aquellos que cuando les consultan qué quieren ser cuando grandes, contestan: “Choferes de la Cruz del Sur”.

Honestamente, esta valiosa distinción, que por cierto no me la esperaba, tal como me ocurrió en el año 1997, cuando el señor Alcalde de la comuna de Puerto Montt me comunicó que sería declarado Hijo ilustre de la ciudad, constituye para mí, en esta etapa de mi vida, cuando ya me acerco a los 81 años, un importante reconocimiento y estímulo a los casi setenta años de mi vida que le he entregado al trabajo, al que me integré cuando recién contaba los 12, ayudando a mi madre a vender los productos de panadería que ella fabricaba.

Siendo un niño, perdí a mi padre y no tuve la oportunidad de alcanzar mayores conocimientos académicos, lo que no fue un obstáculo en mi empeño por salir adelante. Fue la escuela de la vida, del trabajo y el esfuerzo la que me enseñó a crecer como persona.

Tempranamente, tuve mucha afinidad con el rubro transportes. Fui ayudante, mecánico y chofer. Logré tener un camión. En la década de los 40, di mis primeros pasos como empresario de buses.

Con dos socios, fabricamos en Puerto Montt un bus con carrocería de madera y el chasis de un camión, el que reunió todos los requisitos para su funcionamiento. Este bus “made in Chile” lo trabajé en la ciudad de Temuco. Ésta fue la primera góndola que efectuó servicio urbano en Temuco y ha quedado en la historia de Temuco.

En el verano de 1955, hice mis primeros viajes de Puerto Montt a Ancud. Demoraba un día en llegar, en un barco de itinerario de una vez por semana.

Ahí supe cuán difícil era llegar y salir de Chiloé, esta tierra entonces lejana del sur de Chile, donde el hombre por siglos ha forjado su historia, ha creado su identidad propia con sus costumbres, tradiciones y cultura. Conocí el temple del hombre esforzado, su espíritu de sacrificio y deseos de superación. Conocí también sus anhelos por salir de su aislamiento e integrarse al desarrollo del resto del país.

Con visión de futuro y sueños de integración, en la primavera del año 1958, con don Mario Marchant Binder, hoy fallecido, fundamos la Empresa de Transporte de Pasajeros “Cruz del Sur Ltda.”, una obra de progreso regional, que cambió el curso en la historia de las comunicaciones de la Isla Grande de Chiloé, y con ello la dimensión humana de sus habitantes, que vieron en esta naciente empresa esperanzas de días mejores.

Contábamos entonces con dos micros Ford años 1954 y 1957, más una lancha velera. Una micro llevaba a los pasajeros de Puerto Montt a Pargua y la otra de Chacao a Ancud, después de cruzar el Canal. Era difícil el trabajo, un gran desafío tanto para empresarios como para trabajadores y pasajeros.

Había que tener coraje para efectuar estos viajes, con sus travesías en el Canal de Chacao, que dependían de las condiciones climáticas, con mareas altas y bajas, con experiencias de temor y belleza, con períodos de calma y tempestad. Fue un arduo y lento trabajo, pero fecundo en el tiempo. Los buses trabajaban en el día y se reparaban en las noches.

En aquel entonces, creo que pocos pudimos imaginar qué tan grande sería el crecimiento y desarrollo de Cruz del Sur y la importancia que sus servicios alcanzarían día a día en las carreteras del país.

Desde su fundación y a lo largo de 43 años, sin estar libre de las dificultades propias que debe enfrentar toda gran obra para salir adelante, Cruz del Sur ha experimentado siempre, en menor o mayor escala, un crecimiento sostenido, fruto del profesionalismo y gestión empresarial aplicados. También a través de los años hemos logrado consolidar nuestro patrimonio más preciado: nuestros usuarios, que han sabido valorar nuestros esfuerzos y nos han entregado su confianza, preferencia y lealtad, y nuestros trabajadores, que con su entrega, responsabilidad y claro sentido del deber han dado imagen, tradición y prestigio a esta empresa de la gente del sur, a esta empresa de la gente de Chiloé, para quienes hoy es la Flota Amiga de la X Región.

A partir del año 1963, comienza la era de los buses alemanes, y con ello se observa un concepto ascendente en la línea de crecimiento de la compañía. Paulatinamente, comienza a extender sus servicios a otras ciudades: Castro, Quellón, Osorno, Valdivia, Temuco, Concepción, Santiago, Punta Arenas y Bariloche, en la República Argentina, conectadas entre sí mediante un sistema de computación en línea de última generación, que ha sido, por cierto, uno de los grandes pasos dados en los últimos años. Se han construido algunos terminales de buses para dar mayor confort y seguridad a nuestros pasajeros. Se implementa una flota de camiones para el transporte de carga y encomiendas, que opera entre Santiago y Punta Arenas.

En el año 1980, se funda la empresa Naviera Cruz del Sur, con la puesta en marcha en el Canal de Chacao del transbordador Cruz del Sur, al que posteriormente se incorporan los transbordadores Gobernador Figueroa, Don Juan, y en septiembre del presente año el Alonso de Ercilla, actualmente en construcción en los astilleros de Asenav, de Valdivia.

Además, pasan a integrar el Grupo Cruz del Sur las empresas Bus Norte Internacional, Pullman Sur, Regional Sur, Transchiloé y Turibus Ltda. En estas nuevas adquisiciones, nuestra preocupación no ha estado orientada sólo a la capacidad de crecimiento de la compañía y en optimizar los estándares de excelencia de grandes operadores del sector transportes. Esencialmente, hemos estado preocupados en lograr objetivos que conduzcan a un mayor y mejor impacto en el ámbito laboral y social. Hoy el estamento laboral de nuestras empresas, en forma directa, alcanza a 1.100 personas y estamos preocupados por dar más trabajo.

Cuando uno recibe en la vida, debe ser agradecido, y éste es nuestro compromiso con Dios, que ha sabido ser generoso con nosotros y con la sociedad que nos ha apoyado.

Para terminar mis palabras, deseo reiterar mis agradecimientos a ICARE por este Premio que me ha otorgado, y al mismo tiempo decirles que estos estímulos hacen bien tanto a empresarios como trabajadores, es una invitación a reafirmar nuestro compromiso de seguir contribuyendo al progreso del país.

Deseo agradecer a nuestros invitados, que han tenido la gentileza de acompañarme en este momento especial, a quienes han viajado de la X Región; también a los señores alcaldes de Ancud, Llanquihue, Calbuco y Puerto Montt, quienes se encuentran presentes; a mis amigos y colegas de Fenabus y del sector Transportes; a mis trabajadores y usuarios, entidades financieras, proveedores, el que me hayan ayudado a alcanzar las metas que me permiten estar hoy aquí recibiendo este gran premio que quiero compartir con ellos.

Y desde lo más profundo de mi ser quiero agradecer a mi familia, a mi esposa Elsita, que me ha acompañado y ayudado durante sesenta años, siendo siempre el pilar de la familia; a cada uno de mis hijos y sus familias, que han sabido valorarme como padre, me han respetado y seguido mis consejos.

De mis ocho hijos, Juan, Eliana, Jaime, Carmen, Orlando, Jorge, Luis y Gloria (Q.E.P.D.), seis trabajan en esta empresa familiar. Comenzaron muy jóvenes, en sus tiempos libres después del colegio, supieron ser responsables y consecuentes con la responsabilidad que a cada uno le correspondió cumplir.

La presencia de la mayoría de mis nietas y nietos en este acto también me da mucha satisfacción y es para mí una señal de que se interesan por continuar los pasos del abuelo y sus padres.

A Dios deseo dar infinitas gracias por habernos orientado como personas, como familia y como empresarios, por el buen camino que siguen los hombres de empresas en las sociedades libres y modernas, y por permitirnos orientar nuestras capacidades en el desarrollo de actividades que beneficien a nuestros semejantes.

Quiero también aprovechar este momento especial para hacer votos por las generaciones futuras, que tendrán la responsabilidad de continuar dirigiendo los destinos de las Empresas “Cruz del Sur”. Son mis anhelos que lo hagan con la ayuda de Dios, unidos, con inteligencia, sabiduría y espíritu de servicio, sin olvidar nunca que detrás de toda actividad empresarial hay siempre un profundo sentido humano.

Muchas gracias.