– Se procede a continuación a la entrega del Premio ICARE en categoría empresario, que el jurado confirió a don Juan Cuneo Solari. Hace entrega del Premio el señor Agustín Edwards del Río, integrante del Directorio de ICARE.- Se procede a continuación a la entrega del Premio ICARE en categoría empresario, que el jurado confirió a don Juan Cuneo Solari. Hace entrega del Premio el señor Agustín Edwards del Río, integrante del Directorio de ICARE.

(aplausos)

Hace uso de la palabra el señor Juan Cuneo Solari.

– Señor Presidente de ICARE, autoridades presentes, señoras, señores, estimados amigos: Quiero agradecer al empresariado de Chile, que a través de ICARE me ha otorgado este premio, que recibo con humildad. Creo que este premio pertenece a los empresarios, y yo pertenezco a esta casta. No tenemos temor de decir que somos empresarios ni menos temor de que nos llamen patrones. Estamos orgullosos de dar trabajo y de dar expectativas de vida cada día mejor a la población. Y yo soy uno de ellos y me siento orgulloso. Soy empresario del comercio. Al mirar retrospectivamente mi vida, me doy cuenta de que no es casualidad el que esté hoy aquí siendo premiado como empresario comercial. Nací en Iquique. Mi niñez transcurrió en lo alto de una tienda, la tienda de mi abuela materna. Recuerdo anécdotas. Tenía seis años, y jugando en los mostradores de la bodega sufrí mi primer accidente, un accidente importante, la fractura de un brazo. Me tomó uno de mis tíos, Alberto Solari, que me llevó al hospital. Y cuando analizo hoy día lo que ha ocurrido en mi vida, me doy cuenta de que esto fue como una premonición, una profecía de que el comercio iba a ser el camino de largo plazo y que Alberto iba a ser un hombre importante en mi desarrollo. Yo, en nombre mío y en nombre de él, doy las gracias por este premio, porque él me ayudó a formarme, independientemente de todos los otros merecimientos que pudieran existir, Alberto me ayudó a formarme. Mi padre me dio el valor, un padre italiano, modesto, que llegó como inmigrante, que fue voluntario en la guerra y me enseño que hay que hacer frente en la vida a lo que venga. Mi madre, una mujer mucho más sencilla, de visión de más de largo plazo, me motivó a estudiar. Tuve la suerte de entrar a estudiar a la Universidad Católica, donde me enseñaron muchas cosas relacionadas con el conocimiento específico de la carrera; pero me enseñaron además a respetar otros valores, que son los valores éticos y morales con los cuales he vivido. Bueno, esta trilogía –mi padre, mi madre, Alberto- es la trilogía que genera al hombre que hoy está aquí frente a ustedes con una mezcla de orgullo y de humildad, recibiendo la más alta distinción que me otorga el          . El empresariado en la sociedad de hoy resulta fundamental en la creación de riqueza y en la generación de condiciones de vida cada vez mejores para la sociedad entera. Reviste por lo tanto la más alta dignidad e importancia, pero no es, no puede ser la labor de un solo hombre. Gente con buenas ideas hay mucha, pero las empresas se manejan con diez por ciento de talento y noventa por ciento de sudor. Y el éxito siempre es materia de un equipo con mística, que se encarga de llevar las cosas adelante. Por eso, mi gratitud va en este momento a nuestros colaboradores, que con perseverancia, trabajo duro y honrado, han hecho realidad el sueño de construir una empresa distinta, donde cada cual tiene su espacio y el desafío de innovar es permanente. Se me reconoce hoy como un hombre exitoso y prestigiado. Al decir esto, no hago más que repetir los términos que escuché a uno de los más antiguos colaboradores en Falabella cuando me felicitó por el premio que hoy recibo. Mi carrera empresarial empezó a los cuarenta años de edad. Antes de eso fui empleado, y hoy miro con sorpresa cómo muchos empresarios jóvenes o mayores opinan que el que no ha llegado a los cuarenta años a la cima ya el tiempo se le pasó. Hoy la vida es más extensa, y yo soy un ejemplo de alguien que partió a los cuarenta años, y mi caso es un mentís a todos esos empresarios que buscan solamente juventud y se olvidan de la experiencia. Quiero decirles que con fuerza, con trabajo, con tesón, el ser humano siempre tiene la edad que su mente acepta. Señores, yo sigo siendo un empresario con un deseo de crecer, con deseo de hacer cosas, y por eso creo sinceramente que la empresa donde trabajo comparte estas premisas, y esta empresa debe comulgar con estos principios. En forma laboriosa y persistente, he procurado ir creando en nuestros equipos de trabajo una mezcla entre una creativa visión de largo plazo con la obsesión de los detalles del día a día, y he buscado sobre todo remecer íntimamente a cada uno de los integrantes de nuestro equipo con el sueño de que cada uno de nosotros puede no sólo hacer más, sino también como persona ser más. Y este convencimiento se ha hecho carne en mí porque he vivido desde siempre en el seno de mi familia. Los apellidos de nuestra familia –Solari, Falabella, Cardone, – formamos una de esas familias tipo clan. La verdad es que la forma en que se ha relacionado la familia durante todos estos años ha permitido una tranquilidad, una forma de mirar la vida, de crecer, de multiplicarse, que honestamente está dando sus frutos, no solamente en el desarrollo de la empresa en que estamos hoy, sino que en la generación que sigue, que comienza también a desarrollar nuevos negocios, partiendo de la premisa de que tienen un testimonio, un bastón para esta posta de la vida, para seguir llevando adelante la iniciativa y los principios que como familia nos son comunes. Una reflexión especial debo hacer de los valores y principios que recibí en mi época de estudiante de la Universidad Católica. Allí se nos hablaba, como a muchos de mis compañeros, años atrás, de la ética comercial, de los compromisos con las causas. Se nos ponían ejemplos de referencia de cómo debían ser nuestras conductas empresariales, se nos conminaba a entender a nuestros semejantes, a tener gratitud y remunerar en forma digna a nuestros colaboradores. Se me inculcaba que estos principios debían no solamente correr en nuestra sangre, sino que en una empresa todos debíamos comulgar con las mismas ideas, se nos hablaba de la empresa del futuro. Terminada mi educación universitaria, hice clases en la Universidad Católica y fuimos trayendo poco a poco a Falabella profesionales de diversas especialidades. Era un esfuerzo de profesionalizar el comercio en momentos en que esta actividad era mirada en forma peyorativa. Era casi tarea imposible      un profesional, cuando no había una oficina, una secretaria, un teléfono y un café. También aprendí que la humildad es la antecámara de todas los            y que honestidad y credibilidad son la misma cosa. Del mismo modo, fui descubriendo que por norma general el más lento en prometer era siempre el más seguro en cumplir, y que las promesas se hacen para ser cumplidas. Y nunca he olvidado que todo el que tiene una ocupación tiene una oportunidad en la vida. Es por eso que en nuestra empresa somos tremendamente reiterativos en exigir el compromiso ético, que entendemos como la primera razón fundamental del éxito. No basta con que la empresa actúe en forma ética, sino que cada uno de sus estamentos tiene que actuar en la misma forma, y así podemos construir una empresa diferente, que renazca cada día con la claridad de las tareas por cumplir, llegando a los ingentes esfuerzos, a          un líder en su área. Nosotros creemos en la dignidad del trabajador y la respetamos. Todo ser humano posee dignidad y la debe defender a toda costa. Así también, todo ser puede recorrer dignamente los caminos que conducen a la posteridad, los más seguros de los cuales siguen siendo la constancia y el trabajo. La vocación de servicio que tenemos que ejercer a diario es fundamental para que la gente crezca interiormente y se relacione en forma armónica y equilibrada. La vida me ha enseñado que la sencillez es una virtud en el trabajo, que la simplicidad siempre se agradece, que la mirada franca y veraz tranquiliza el espíritu, que cuando se confía en la gente generalmente la respuesta es favorable; pero también he aprendido que cualquier desatino se paga y que siempre existe alguien dispuesto a pasar la cuenta por los errores en que uno ha caído. De ahí que sea necesario actuar siempre con responsabilidad. La tercera clave para ser exitosos ha consistido en la atención que brindamos a nuestros clientes, que son en definitiva los destinatarios de nuestros esfuerzos y la razón de ser de nuestra actividad. Al cliente se le debe respeto, se le debe consideración y honestidad. Falabella sigue y acata las necesidades y preferencias cambiantes de los consumidores; pero, cuidado, lo hace –y aquí aparece la alquimia- desde un punto en el espacio intemporal llamado tradición. No ha renunciado a ella, no la considera una molesta compañía; al contrario, la ha utilizado y potenciado para comprender bien el continuum profundo detrás de los hábitos y necesidades de los consumidores. Esto es tradición al servicio de los cambios. A Johana (?), mi compañera de toda la vida, a George            , les pido hoy un poco de comprensión. Puede ser que en todo este tiempo alguna vez pude haberle dedicado más tiempo del que le dediqué; pero lo que sí le puedo decir es que todas las cosas se hicieron con el convencimiento de que era lo mejor para ella, lo mejor para la empresa en que trabajo, y en definitiva lo mejor para los chilenos. Señoras, señores, junto con agradecer la distinción que hoy se me otorga, quiero manifestar que la considero un aliciente para emprender nuevos desafíos empresariales. Y qué mayor desafío que aportar nuestra visión, liderazgo y voluntad para ser el testimonio de nuestro tiempo, encauzar el país hacia el desarrollo, de manera que apoyados en los sólidos valores enunciados seamos capaces de proyectar los pilares básicos de nuestra sociedad: la vida, la familia y la libertad. Muchas gracias.

(aplausos)

Con la intervención de don Juan  Solari, finaliza la ceremonia de entrega del premio ICARE, con los que esta institución hace un solemne reconocimiento público de los méritos de quienes han contribuido tan significativamente al desarrollo de la empresa privada chilena y al progreso y bienestar del país. ICARE agradece sinceramente vuestra presencia en este acto y tiene el agrado de invitarles a continuación a un cóctel en el foyer del teatro. Gracias, y muy buenas tardes.
(aplausos)