Uno de los momentos más emocionantes de mi vida fue la noticia del señor Arturo Mackenna, Presidente del Instituto Chileno de Administración Racional de Empresas, que el honorable jurado de la institución me invitaba a formar parte de la lista de destacadas personalidades de la vida nacional, que desde el año 1957, han recibido el galardón con que ahora se me honra, Premio ICARE 1996, Categoría Empresario.
Dado el carácter de esta distinción que tiene un especial significado para mí, ya que supone el reconocimiento a mas de 58 años de trabajo, he querido plantear una breve reseña de mi historia personal y empresarial, trasladándome a mis inicios en el comercio, cuando me integre a la empresa que formara en Chillán mi padre, don Nicolás Rabié, en 1902, y quien inculcó los principios y valores morales que han guiado siempre mi desempeño empresarial.
Al egresar del liceo de hombres de Chillán, recibí una beca para seguir una carrera en Santiago, y mi intención fue trasladarme a la capital. Mi padre, en conocimiento de esta decisión, me advirtió de que si yo lo abandonaba, la empresa se terminaría, ya que mi hermano mayor, por razones de salud, también se trasladaría a Santiago, y él por su edad no podría seguir manejando el negocio.
Después de mucho meditar acepte quedarme. Mis primeros años fueron de un marcado desinterés en el negocio; la duda e incertidumbre me invadían, pues pensaba que este no era mi destino.
Después de varios meses de vacilación concluí que no era posible que yo, siendo el hijo del dueño, no supiera nada del negocio, y tomando una fuerte decisión, en el plazo de dos años, logré el control total del mismo, convirtiéndome en el ejecutivo que cerraba negocios con las en ese entonces florecientes industrias de Casimires de Tomé, las recién instaladas Textiles de algodón de Santiago, como también las importaciones de Japón, Inglaterra e Italia, a través de grandes distribuidores como Duncan Fox, Williamson Balfour y otros.
A esas alturas, yo era otra persona, ya realizada, con absoluta confianza en lo que estaba haciendo, y con un enorme deseo de triunfar, para darles a mis hijos un ejemplo de lo que el trabajo perseverante podía lograr.
Creo que habría sido más meritorio haber empezado como lo hizo mi padre, que con escasos recursos en 1902, sentó las bases de una empresa que ha perdurado por espacio de 95 años, tres generaciones. Pero no fue así, pues cuando empecé a trabajar en 1939, pude disfrutar de una vida llena de comodidades, haciéndome sí, el firme propósito de emprender nuevas actividades que me permitieron sentirme totalmente realizado. Así empezaron 58 años de trabajo, no exento de difíciles momentos como también de grandes satisfacciones, que me permitieron ir escalando posiciones, que conseguí estructurando en varias oportunidades el negocio e iniciando otras actividades como forestales, inmobiliarias y comerciales, que con tenacidad mantengo hasta ahora en mi quehacer empresarial.
En el contingente de 1942 cumplí con mi Servicio Militar en el Regimiento de Infantería R.I. N° 9 de Chillan, del general Bernardo O’Higgins. Esta experiencia me sirvió para adquirir los hábitos de disciplina y esfuerzo que han sido muy valiosos para mi formación.
Contraje matrimonio en 1948 con Yolanda Uauy Bnades, con quien inicié la formación de una unida familia –con cinco hijos y 21 nietos- y con quien estoy próximo a cumplir 50 años de feliz matrimonio.
Los 95 años de mi empresa han estado marcados por el espíritu de superación, asimilación de la experiencia de las generaciones anteriores, formación de estrechos colaboradores de la familia y capacidad de adaptación a las innumerables contingencias por las que atraviesa el país en el lapso de casi un siglo. Afrontando todas las crisis, como también situaciones de orden internacional como fueron las dos guerras mundiales y trágicos desbordes de la naturaleza, como el terremoto de Chillán de 1939, en el que lamentablemente sufrí la pérdida de mi querida madre, quien dominaba cuatro idiomas y que inculcó gran cultura en sus hijos y el amor por la música. Es así como mis cinco hermanos aprendieron piano y violín, y una de mis hermanas fue concertista en el Conservatorio de Música de Santiago.
La llegada a la empresa de mis hijos Esteban, Jorge, Yoly, María Soledad y Jacqueline – todos profesionales universitarios, quienes se integraron a la empresa aportando modernas y audaces ideas, y dando un nuevo sello al negocio al incorporar al personal en nuestras decisiones fue determinante en el crecimiento mismo. Ahora podemos decir con orgullo que la familia Rabié y su personal son una sola persona.
En 1980, luego de un análisis de la crisis por la que atravesaba el sistema de distribución en el país, la empresa decidió incursionar en ese campo, iniciando con gran éxito en Chillán, la instalación de una planta distribuidora, capacitando vendedores, transportistas y trabajadores con equipos computacionales de última generación.
Con miras al año 2.000, resolví planificar una política que me llevo a formular nuevas propuestas de cambios orientadas a crear un modelo de empresa que pudiera prevenir que en el futuro las políticas adoptadas no quedarán obsoletas creando nuevas estrategias, impulsando la innovación tecnológica y optimizando los recursos humanos mediante la capacitación del personal a todo nivel –más de 600 trabajadores- por lo cual nos hicimos acreedores a un premio otorgado por el Ministro del Trabajo en noviembre de 1996.
Recordando el pasado, creo que uno de los mayores aciertos de mi vida fue comprar tierras e iniciar una plantación de pinos –en 1956- cuando nada ni nadie hacía prever el auge que en el futuro tendría la actividad forestal en Chile y en contra de la opinión de mucha gente que argumentó la imposibilidad de vender bien el producto de esas plantaciones, por el bajísimo precio que la madera tenía en ese entonces, no era ningún negocio, paralizar capital y esperar 20 años. Pero haciendo caso omiso de esas opiniones, he continuado plantando, hasta este mismo invierno de 1997.
Una de las filosofías de mi vida ha sido que hay que trabajar muy duro, pero este vivir debe estar matizado con una intensa vida familiar, con hijos y nietos, y con actividad de recreación como viajes y deportes. Practico tenis, sky acuático, caza, pesca, y viajes en barco que me han permitido conocer gran parte del mundo.
Invitado por la Universidad Adolfo Ibáñez de Viña del Mar, en junio de 1994, para dictar una charla a los alumnos de la cátedra de Espíritu Empresarial, de Ingeniería Comercial, di a conocer mis experiencias como empresario. Los insté para que asuman su carrera con una visión creadora y sean precursores de generaciones de hombres y mujeres que comprometidos con sus familias, la sociedad y la nación, busquen el éxito basados en sólidos principios de honestidad y trabajo.
En mayo de 1997, por razones estratégicas, decidimos instalar otra planta en Santiago, en una superficie de 31 mil metros cuadrados, que abastece a miles de negocios desde la capital hasta Antofagasta, servicio que ha sido muy apreciado por nuestros clientes, quienes entre 24 y 48 horas reciben sus pedidos en sus locales.
Hace pocos meses inauguramos el Mall Plaza El Roble, un edificio de 11 pisos. Muchos me preguntaron por qué construí este Mall en Chillán, ya que haberlo hecho en Santiago tendría mucho más valor. Efectivamente es así, pero en la vida no todo es cuestión de plusvalía. Hay otros valores en los que yo siempre he creído. Les recordaré que en un lejano día del año 1902, mi padre don Nicolás Rabié, procedente de Jerusalén, eligió esta hermosa tierra para ejercer sus actividades, formar su familia y ver nacer a todos sus hijos, permaneciendo en Chillán, la tierra que tanto amó, hasta el fin de sus días.
La construcción y puesta en marcha del Mall Plaza el Roble constituyó un verdadero impacto en la ciudad, tanto por su importancia en el desarrollo urbano, como por el cambio de hábitos que se ha producido en las personas que concurren a él y encuentran un lugar de entretención, de alimentación, de servicio y de trabajo.
Desde su funcionamiento, a fines del mes de agosto, el mal no sólo ha sido un centro comercial, también se ha transformado en un núcleo social y cultural que ha permitido el desarrollo regional a través de mayores alternativas de trabajo y de su significativo crecimiento turístico de la ciudad.
Este edificio ocupó miles de trabajadores en la etapa de construcción, y después de terminado dio ocupación dentro de lo locales a cientos de personas, contribuyendo de este modo a bajar el índice de cesantía en la ciudad y la provincia.
Al tratarse del éxito de un empresario y de una empresa de carácter eminentemente familiar, me parece muy importante que no solo haya destacado la incorporación de mis hijos a la toma activa de decisiones, sino que también me haya acordado de la otra familia: ejecutivos y trabajadores que formando parte de los recursos humanos de que disponemos, han logrado una marcha consensuada de la empresa, evitando situaciones de fricción a veces subjetivas.
Otro de los puntos fuertes en el modelo de la empresa de futuro, que creo que es en la que yo participo, es el hincapié de manifiesta innovación tecnológica y en la formación profesional de los trabajadores, además del logro de un compromiso con la sociedad hecho que en mi caso en Chillán cobra especial trascendencia por el tamaño de la ciudad y por la directa incidencia que tienen y tendrán en el futuro mis decisiones empresariales, no solo desde el punto de vista del desarrollo económico y laboral, sino desde el punto de vista cultural y de hábitos de vida como se ha visto claramente tras la construcción y apertura del Mall Plaza El Roble en Chillán.
A la hora de efectuar una reflexión final, creo que la conclusión no sería otra que la obtención del éxito empresarial debe ser considerada un logro muy importante, si cabe el conseguirlo a partir del más profundo de los respetos a los valores morales tradicionales, como son la responsabilidad, el compromiso con la sociedad y la familia, y la honestidad como herencia de nuestros padres dentro de una empresa familiar y de un total rechazo de los motivos económicos como único objeto y fin de la existencia de la misma.
Señores, me llevo orgulloso este galardón a Chillán, cuna de héroes y de insignes artistas que como Claudio Arrau, Marta Colvin, Ramón Vinay , Marta Brunet y otros que en sus diferentes disciplinas hicieron que el nombre e nuestra patria recorriera triunfalmente todo el mundo, y Chillán recibiera el título de Capital Histórica y Cultural de Chile.
Este personal y emotivo homenaje lo recibió también a nombre de mi querida esposa, aquí presente, quien durante 49 años ha sabido con su inteligencia y dulzura, apoyarme en los momentos más difíciles por lo que atraviesa un hombre de negocios, de mis cinco hijos y de todos mis trabajadores, que durante largos años, con lealtad y eficiencia han contribuido a la materialización de tantas realizaciones.
Agradezco también y me siento muy honrado con la gentil compañía de todas las personalidades aquí presentes en un momento tan especial de mi vida, como es recibir este galardón, otorgado por el más alto instituto que agrupa a los más destacados empresarios del país.
Finalmente, agradezco a ICARE y a su Directorio en la persona de su presidente, don Arturo Mackenna, por haberme distinguido con tan importante reconocimiento. Y reafirmo ante ustedes mi compromiso, que también asumen todos quienes conformamos le numerosa familia Rabié, compuesta por sus directores, ejecutivos y trabajadores en general, de seguir esforzándonos para continuar en la senda del progreso y crecimiento, que constituye el mejor aporte que podemos hacer para el engrandecimiento de nuestra querida patria.