Agradezco sinceramente la distinción que se me ah otorgado el día de hoy. Sin embargo quisiera indicar que no creo posible interpretar esta decisión, recaída en un servidor público, como algo personal. Por el contrario parece más adecuado entenderla como un reconocimiento en un esfuerzo serio y honesto del Gobierno, por introducir en la gestión de las tareas que le son propias, los necesarios elementos de eficiencia y racionalidad. Todo ello en el convencimiento que más allá de los impulsos y entusiasmos momentáneos, tan comunes en los procesos sociales, es en el trabajo inteligente, metódico y perseverante donde se encuentra la clave para el desarrollo y la prosperidad.
Las tareas propias de un gobierno son múltiples, y en consecuencia existen también numerosas oportunidades para una adecuada administración. En ciertos aspectos ellas se asemejan a labores que comúnmente se llevan a cabo en muchas empresas, aunque a escalas distintas. Los procesos de determinación y recaudación de tributos, la elaboración y entrega de documentos de identificación el reconocimiento y pago de beneficios sociales, son ejemplos de decisiones donde es posible utilizar, casi sin adecuaciones conceptuales, técnicas de avanzado grado de desarrollo y de amplio uso en el campo empresarial. Aunque lo indicado parezca trivial no es común verlo llevar a la práctica, como lo atestigua la casi universal crítica a los procedimientos y expedición de las instituciones públicas en los más variados países. Las razones para ello son profundas, y se encuentran probablemente más allá del ámbito de las técnicas en si mismas, o de la capacidad de los individuos que deben utilizarlas, para radicare en la estructura de los Gobiernos y la forma como éstas se moldean y actúan frente a los requerimientos de la ciudadanía. Lo anterior hace más meritorias en consecuencia, los esfuerzos exitosos para introducir técnicas modernas en los servicios e instituciones públicas. El camino por recorrer en nuestro país es aún largo, pero los avances realizados son notables, especialmente, si se les pondera por nuestro grado de desarrollo o si se compara con lo que ocurre en naciones de niveles económicos similares.
Los cambios se producen paulatinamente en el tiempo y siempre es posible demandar y exigir mejoramientos; ello hace que muchas veces no sean adecuadamente reconocidos. Sin embargo, ¿puede negarse la importancia de un adecuado manejo y control de la información tributaria para llevar a cabo políticas más eficientes y justas? ¿O la importancia de un sistema eficiente de identificación de ciudadanos para los procesos electorales? ¿O la adecuada detección de las personas más necesitadas para poder centrar en ellas los gastos públicos? En todas esas áreas que son sólo ejemplos parciales de un todo mucho más amplio, existe un desarrollo razonable hoy en Chile, desarrollo que no ha sido espontáneo sino que ha requerido esfuerzo y perseverancia.
Casi naturalmente hemos llegado a otro aspecto de la tarea propia de un Gobierno, en el cual la racionalidad y la eficiencia también son indispensables. Se trata de la definición de políticas, políticas que han de servir de base para el accionar del Gobierno y sus instituciones y de marco para las ciudadanos, actuando individualmente o agrupados en distintas organizaciones.
Si bien es difícil, por razones de cómo responde los Gobiernos a las demandas de los ciudadanos, introducir técnicas adecuadas en los servicios e instituciones públicas, es mucho más complejo actuar con racionalidad en el diseño y puesta en práctica de las políticas gubernamentales. Más aún, pareciera que en este caso, como sucede por lo demás en otros fenómenos sociales, la razón se utilizara no como un instrumento para apreciar la realidad y la forma como distintas acciones la afectan, de modo de elegir aquellas que sean más acciones la afectan, de modo de elegir aquellas que sean más acordes con nuestros objetivos, sino por el contrario, como una herramienta para justificar y argumentar a favor de un determinado camino, sin importar si efectivamente los hechos lo justifican. Mientras más emotivas las razones que se encuentra, mejor; pero desgraciadamente no es sólo en base a emociones y entusiasmos momentáneos como se domina a la naturaleza, sino como ya lo dijimos, ello requiera además de trabajo inteligentemente, metódico y perseverante.
El gobierno ha realizado una labor permanente por analizar las distintas alternativas disponibles con una predisposición amplia, más aún, diría con avidez, por la crítica constructiva. Es en base a la experiencia mundial reiterada, adaptada a nuestra realidad, que se han definido las políticas apropiadas para permitir el desarrollo económico y social – Las dificultades han sido enormes, y hasta los más ácidos críticos hablan de la década de los 80 como perdida para Latinoamérica; por su parte la segunda mitad de la década pasada no fue menos adversa para el país, que debió superar una crisis económica interna y una dramática disminución de nuestros términos de intercambio.
Sin duda muchas problemas están aún presentes, y lo testimonian las dificultades, que en mayor o menor grado viven cada uno de los chilenos diariamente; pero cualquier observador imparcial puede indicar que nuestro país está sentado las bases para permitir su solución y avanza por ese camino día a día.
En el área económico social los principios básicos que han orientado las distintas políticas han sido: la integración de Chile a la economía mundial; el permitir a los mercados un rol más activo en la asignación de recursos, reconociendo las limitaciones del Gobierno al respecto; un rol definido y amplio a la propiedad privada como complemento indispensable para motiva el esfuerzo y para forjar una sociedad libre; y finalmente, un papel subsidiario del estado, especialmente apoyando a los más necesitados – No creo necesario ni conveniente extenderme a este respecto; un rol definido y amplio a la propiedad privada como complemento indispensable para motivar el esfuerzo y para forjar una sociedad libre; y finalmente, un papel subsidiario del estado, especialmente apoyando a los más necesitados – No creo necesario ni conveniente extenderme a este respecto; ello se ha hecho ya repetidamente- Sólo quiero reiterar que el propósito perseguido es lograr mayor desarrollo, libertad y dignidad para todos, y que para ello se hace un intento permanente por seleccionar las políticas que logren dicho objetivo en forma más eficaz.
En el contexto descrito cabe a los individuos y sus organizaciones libres un rol determinante – La empresa es una de las organizaciones libres que tiene una importancia fundamental para alcanzar el desarrollo; en esta perspectiva la administración racional del Gobierno y de las empresas se complementan, y ambas son indispensables para el bienestar de los ciudadanos.
Sin embargo, al igual que en una empresa en el Gobierno se desempeñan seres humanos, cada uno de los cuales cumple, como es lógico, un rol determinado, y cuya preparación mística son indispensables para el buen éxito de la gestión global. Existen muchos funcionarios y hombres públicos que se destacan y han destacado por poseer ambas virtudes, preparación y mística, y cuyo esfuerzo ha sido y seguirá siendo determinante.
Me corresponde el honor de estar desempeñando el cargo de Ministro de Hacienda y por la natural afinidad que esta responsabilidad de Gobierno tiene hoy en día con la administración eficiente y el desarrollo de las empresas, debo representar a todos ellos en este momento, al recibir esta distinción.
Pero al indicar que detrás de la gestión y tarea que se reconoce hoy existe un sinnúmero de hombres y mujeres que han dedicado sus mejores esfuerzos a ella, aflora de inmediato a la mente la labor más difícil, compleja e ingrata de todas; aunar las distintas voluntades, mantener la mística e introducir la indispensable dosis de disciplina que permiten realizar una obra humana. Mientras más grande y diversa la organización, y mientras más dispersos y generales sus objetivos, más difícil en desempeñar ese rol. Probablemente no existe institución en que se agudicen en mayor medida dichas características que en el Gobierno de una Nación, especialmente en momentos de crisis. El mérito mayor de todos está entonces en quien ha debido dirigir el proceso en su integridad Su Excelencia el Presidente de la República, Capitán General don Augusto Pinochet Ugarte. Lo realizado testimonia que es un verdadero conductor de hombres, arte en el cual no existe otra manera de comprobar habilidad que en la acción.
Señoras y Señores, la distinción que hoy recibo es un incentivo para que muchos hombres y mujeres con honestidad y con la mente siempre atenta para escuchar argumentos constructivos y soluciones eficaces, continúen por el camino del trabajo y del esfuerzo en el convencimiento que ello es beneficioso para todos.
Muchas gracias